José R. De León

camino de santiago

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José R. De León

20160803_210023En el segundo día del camino de Santiago, caminando desde la ciudad de Sarria hacia la ciudad de Portomarín comencé a pedirle a Dios que me permitiera evangelizar o ministrar a las personas que también hacían el camino. Ese día habíamos comenzado a caminar desde muy temprano en la mañana, orando en grupo y alabando a Dios. Me preocupaba no saber qué decir, a manera de “romper hielo” y entablar una conversación con un peregrino pues no es tan fácil cuando tratas con personas de otras culturas. En un momento después, observé un señor entre la edad de 65 a 70 años con aspecto atlético, y le pregunté de donde venía caminado, pues algunos peregrinos comienzan desde Francia otros de lugares no tan lejos. Pues él, venía desde Francia con un grupo pero  iba a un paso más lento pues tenía una lesión en un pie. Al decirme esto, ya tenía un motivo para orar y le di gracias a Dios por esa oportunidad que me daba pues desde mucho  antes quería orar por personas para que Dios las sanara en el camino. El señor, cuyo nombre es Juan y es de nacionalidad española, resultó ser una persona agradable y conversadora y comienzó hablarme de los lugares interesantes de Madrid, (pues él vive allí). También me habló de su hijo que vive en los Estados Unidos y de su nieta. También me cuenta de que suele viajar y participar en maratones en otros países como en Japón y en Egipto. Mientras conversaba, en mi mente buscaba la manera de entrar en el tema de Dios. Nuestra conversación al igual que nuestra velocidad de caminata nos llevó a separarnos bastante del grupo. Decidí detenerme para esperar al grupo y Don Juan continuo su caminata, y yo me quede un poco lamentándome no haber podido hablarle algo de Dios.

Unos minutos después, aparece Stella, y me indica que estaba en una ruta equivocada y al momento comencé a preocuparme el saber si Don juan se pudiera perder. Oraba en el camino para que Dios no permitiera que se perdiera y luego de caminar 30 minutos, parte del grupo se detuvo en una casa a descansar donde vendían comestibles y había baños. Luego de comprar algunas cosas observo  que Don juan venía caminando y yo alegremente  le dije lo preocupado que estaba de que estaba en el camino equivocado. El me indica que se fijó de su equivocación pues caminaba de cara al sol, es decir hacia el este en vez del oeste donde se dirige el camino de Santiago. Aproveche este momento que Dios me dio para ofrecerle una oración por su pie el cual el alegremente la acepto. Luego, le entregué un tratado y el me entregó su tarjeta de presentación y me dijo insistentemente que si voy algún momento a Madrid que lo llamará. Resulta, que al ver su tarjeta, Don Juan es dueño de una compañía de vino llamada Ribera del Duero.  Le di gracias a Dios por esta oportunidad y de la manera en que me puso en gracia con Don Juan que hasta me ofreció con gran amabilidad su ayuda de ser necesario. Actualmente le estoy dando seguimiento por correo electrónico.

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